martes, 11 de septiembre de 2012

Capítulo 14.

El alcohol vuela por la sala deslizándose rápidamente entre los finos bordillos de las coas de los jóvenes. Todos suben su vaso y se mueven como si fuera su último baile de su vida. Todos ríen y bromean, alguno estará vomitando en algún rincón... Pero solo hay un chico que no se desenvuelve al ritmo de la música, y es que Carlos está impaciente por salir de esa discoteca e irse a dormir. Son las 3 de la madrugada, y quiere estudiar para los exámenes. Sus ojos cambian de color cuando las luces le apuntan un segundo y vuelven a la pista. Lucía se da cuenta de que mira el reloj y va a acompañarle mientras sus otros dos amigos bailan ellos solos.
-¿Qué tal?- Lucía se intenta hacer oir mientras se sienta en una de las banquetas de la barra.
No obtiene respuesta, simplemente un refunfuño por parte de el chico. Lucía sabe como reaccionar y agarra a sus amigos de la pista de baile y los lleva fuera de la discoteca. Carlos ve a la chica bajita y a su amigo musculoso salir por patas cuando Lucía empieza a gritarles con fuerza. El chico sonríe y baja de la banqueta para reunirse con sus amigos.
-Joder Lucía, ¿qué te ha picado?- Manuel se sacude.
-Es tarde, pasado mañana tenéis clase, tenéis que estudiar.-Carlos asiente dándole la razón a su amiga.
-Pff... Joder tía.-María es la que más borracha va de todos, así que solo es consciente de que le han cortando el rollo.
-¿Qué hora es?-Manuel está bastante confuso, pero no lo suficiente borracho para perder el conocimiento, como otras veces...
-Las cinco de la mañana.-El chico de pelo negro de su pandilla responde sin mucho entusiasmo.
-¡Joder!
Y así los cuatro amigos caminan en silencio. No hablan, porque no tienen motivos para ello, simplemente mueven los pies acompañados alguna que otra vez de un coche o el sonido de sus pisadas en la noche. Hasta que Manuel rompe el silencio.
-Ey, ¿y Carlota?-La pregunta pilla desprevenidos a los chicos, pero Lucía no mira a ningún lado para buscarla.
-Se fue un poco después de entrar a la discoteca, estaba cansada.-Y responde al interrogante.
-Es muy buena chica...Un poco extraña también.-Todos sonríen ante el último comentario de Carlos. Es cierto que es simpática, y tiene una sonrisa preciosa... Bueno no solo su sonrisa, menudos ojos azules, y su pelo largo que le cubría casi en totalidad su espalda. También es cierto que la vieron llorar en la película de TGDT, no les sorprende, parecía bastante sensible. O quien sabe, a lo mejor tiene un pasado que desconocen. También notaron que cuando todo el mundo la miraba, ella se encogía y se calaba más la capucha de su sudadera. No sabían mucho de esa chica, solo la veían por los pasillos y se sonreían, pero nada importante. Esta tarde han comprobado que es una chica bastante curiosa, e incluso puede que vuelvan a salir algún día.
-¿Sabéis algo de ella?-Manuel devuelve la conversación en torno a la chica de ojos azules.
Lucía duda si hablar de lo que sabe de ella, o callar. Pero todos la miran a ella sabiendo que ella conoce algunas cosas sobre Carlota, así que suspira y suelta todo lo que sabe:
-Su padre es un policía. Algunas noches entre semana la lleva a la comisaria porque cuando era ella pequeña su familia sufrió un atraco y no se atreve a dejarla sola... Su madre no está en casa mucho, por que está de viaje por todo el mundo por motivos de trabajo, aun que no sé muy bien en que trabaja. Carlota, ha vivido en multitud de países, tanto dentro o fuera de Europa... California, París, Barcelona, Valencia... Ella viajaba con su padre. No sé mucho más.
Todos se quedan en silencio. Es bastante impactante.
-Ah, también a la chica, le encanta la fotografía, una vez... Cuando entró a clase de francés se dejó un pequeño papelito, al parecer tenía una dirección de ficklr. Al llegar a casa, entre en la página y era suyo. Había unas fotos preciosas, aparecía ella, y en otras simplemente cosas de la calle, o paisajes... No sé mucho de fotografía, pero os puedo asegurar que son alucinantes.
No había nada que comentar, tanto a los chicos como a Lucía le parecía suficiente, sin duda, quedarían otro día con ella. La pandilla sigue andando hasta una esquina en la que tienen que separarse para ir a sus casas.
-¡Que estoy bien de verdad, joder! Puedo llegar a casa.-Carlos había insistido en acompañar a María a su casa, ya que se tambaleaba y necesitaba apoyase a algo de vez en cuando. Pero no pudo convencerla.
María se quita la coleta que se había hecho y se embute un poco más en su chaqueta. Queda poco para llegar a su portal y su sorpresa es grande cuando ve a un chico sentado en el poyete con una manta encima, algo le resulta familiar. Se acerco disimuladamente y le dió un toque al chico de pelo negro. Este abrió los ojos y la sorpresa de la chica fue tal que tuvo que ahogar un grito. Esos ojos los reconocería en cualquier sitio.
-¿Qué coño haces aquí?-Retrocede un poco en sus pasos.
-Yo...
-¡Joder tío! ¿Te has vuelto loco o qué?- Los efectos del alcohol han desaparecido un segundo para dejar paso a su lucidez.
-Yo... Te echaba de menos, María...-El chico de pelo negro se levanta del poyete. La recordaba más bajita, incluso cree que su pelo se ha aclarado. Las pocas espinillas que poseía se han desvanecido con el paso del tiempo, ahora parece más mujer, más madura. Pero algo que no ha cambiado en ella, es su mirada, sus ojos color miel le siguen influyendo amor y ternura.
-Álex... Yo... -Al oír su nombre pronunciado por esa chica de instituto no puede soportarlo, siente unas ganas increíbles de abrazarla, pero las retiene. María, por el contrario, se siente extremadamente culpable. Recuerda esa noche a la perfección, también iba borracha, como hoy. Esa noche, hace más o menos un año, se dejo llevar, tanto que perdió su virginidad con un chico de 28 años, sin ni si quiera conocerle. Cuando estaba enamorada del chico que tiene delante mirándola como si no hubiera pasado nada, con su ternura habitual. No ha cambiado nada desde la última vez que se vieron.
-Álex, yo... Joder, yo... Ha sido sin querer, yo... No lo sé.
Eso fue lo que le dijo exactamente la última vez que se vieron, antes de que desaparecieran mutuamente de sus vidas. Álex no la llamó, por que estaba realmente afectado, y ella, bueno ella... Solo era una adolescente confundida.
La chica abrumada por los recuerdos cae rendida en el suelo, y empieza a llorar. Álex coge la manta con la que estaba arropado, cubriéndola y abrazándola. No se han vuelto a ver, pero el chico, siempre la veía reflejada en sus sueños. Prometió no hablarla, no volver a verla. Prometió no enamorarse para evitar el dolor. Ninguno de los dos tiene la culpa de su separación, ella iba como una cuba, él, solo estaba enamorado. No pudieron superar el dolor, y el dolor separa más corazones que los kilómetros. Después del dolor de Álex, llego la furia. Estaba enfadado con ella, al fin y al cabo, de la forma que lo quisiera mirar, le había puesto los cuernos. 'Si me quisiera de verdad, no se hubiera dejado llevar', claramente luego pensó que era una locura, ella no tenía la culpa de que cuando iba borracha un animal la cogiera y la metiera en un baño. Y así, llego la época de aceptación de la ruptura y nuevamente el dolor. Así llego a los bares. Y así se unió a Mario.
''Lo siento, lo siento, lo siento...''-No paraba de repetirlo María en susurros, apenas inaudibles. Pero Álex los escuchaba perfectamente. Acababa de romper su promesa que había hecho hacía un año, pero es que no se podía quedar otra noche más pensando en ella. Y así, el alcohol, había logrado matar el enfado que había en María al ver a Álex en su portal, y había creado en ella el afloramiento de recuerdos, esos son más difíciles de matar.
Una mano agarra por el hombro a Álex, que aún estaba abrazando a María. Este se sobresalta, pero se tranquiliza a ver a Mario detrás de él, soriéndo tiernamente.
-Vamos a casa ya, Álex.
El chico de ojos azules había contemplado toda la escena después de sobresaltarse por la noche, al no ver a Álex a su lado. Y en seguida supo donde tenía que ir.
Este asiente y se levanta lentamente. María se da cuenta y mira hacía arriba donde se encuentra su ex novio y un chico al que había visto antes en muchas ocasiones.
-Hola María.-Este sonríe al ver a la chica confundida.
-Eh...- Y antes de que pudiera decir nada, ambos se alejan sin decir nada más.
Lo que acaba de ocurrir no tiene mucho sentido, primero se encuentra su ex novio, se abrazan durante media hora, luego, aparece un chico que le resulta muy familiar y se van sin decir nada más.
María agarra la manta y sube a su portal.


lunes, 27 de agosto de 2012

Capítulo 13.

Álex sonríe inmediatamente después de colgar el teléfono. La chica tenía una voz suave, tal y como la recuerda en la comisaria, pero allí su voz estaba más nerviosa. Frunce el ceño y se gira para ver a Mario, está en su cama, durmiendo. Que vuelco más curioso le ha dado la vida, hace apenas unos meses estaría emborrachándose en un bar, pensando en aquella chica, pero apareció Mario, ese chico con cara expresiva, ojos azules oscuros, un pelo negro revuelto, que le saco de esa mala época. Todo se le junto en apenas unas horas, su novia le puso los cuernos, su padre que le pegaba cuando llegaba a casa borracho y... Bueno, lo de su madre es algo con lo que vive cada día de su vida, murió en el parto. Cosa que su padre le culpa a él, piensa que si no hubiera nacido tendría a su amada a su lado, aún, para toda su vida. Su novia era una rubia bajita despampanante, una chica de unos 17 años, bajita, bastante bajita. Sonríe recordando cuando ella se enfadaba cuando se ponía de puntillas y no llegaba a darle un beso a su novio, entonces Álex la elevaba con sus manos, hasta posicionarla justo encima de su cabeza. Sacude su pelo. No le gusta pensar, siempre acaba igual, en recuerdos estúpidamente bonitos. Pero en una de esas noches de bar en bar, conoció a Mario, que le saco de un apuro con un par de moteros. Y aún no contento con esto, le ayudo a salir de esa mala época, le ofrecio quedarse en su casa, hasta que su padre se tranquilizara, le relajaba cuando pensbaa en la que un día fue su novia... Y lo más importante, le ayuda a no pensar en su madre. Lo único que no pudieron evitar ambos, es unirse a aquella banda. Necesitaban dinero, y así lo conseguían. Aún así hay varios incombenientes, el primero es que no quieren seguir en ella, y si se van, les encontrarán y a saber que les podría ocurrir... y el segundo es que su jefe es el hombre, con el que le puso los cuernos su novia.

En otro lugar de Madrid...
Todos parecen despreocupados, excepto Carlos. Este mira desde la barra a sus amigos. Son las 3 de la madrugada y no están cansados, ya verán cuando se despierten mañana para ir a clase. Carlos suspira y a continuación bebe un sorbo de su vaso de Coca-cola. Lucía se da cuenta de que está solo en la barra y decide dejar de bailar para ir a hacerle un poco de compañía.
-¿No vienes a bailar?-La joven se sienta a su lado y le hace un gesto a un camarero para que venga.
-No me apetece.-Lucía sabe que aquel chico miente. Le conoce desde hace mucho. Aun así lo pasa por alto.
-¿Quieres que nos v...?-Su voz se ve apagada por la multitud de la discoteca que grita con sus vasos hacía arriba acompañando la canción de P!nk ''Raise your glass'. El joven de ojos cambiantes, comprende a su amiga y empieza a hablar.
-En serio, mañana tenemos clase, son las 3. Vamonos ya.-Tanto su mirada como su voz suenan suplicantes, no le queda otra que aceptar. En pocos minutos convence a sus amigos de salir de aquella discoteca.
María está bastante borracha, en cambio Manuel es él que siempre está sobrio y atento ante cualquier contratiempo, solo que esta vez no se ha dado cuenta de la hora.
-Mierda...Sí que es tarde...-El chico rubio agacha la cabeza, sintiéndose un poco culpable.
-Bah, da igual. Mañana no vamos a clase y ya está.-María se tambalea de un lado a otro mientras andan por la calzada.
-La única que no va a ir a clase mañana eres tú. Estás tan borracha que no puedes ni andar con tacones.-Carlos señala a su amiga y todos ríen. Excepto la rubia del grupo, que arruga la nariz.
Todos caminan un rato así, en silencio. No tienen necesidad de hablar, es más, no tienen ni energías para hablar. Hasta que Manuel rompe el hielo:
-Oye, ¿y Carlota?-A todos les pilla desprevenidos esa pregunta. Ellos siempre habían visto a esa chica por los pasillos, siempre sola, apesar de ser una joven cautivadora de ojos azules... Y por lo que han deducido esta tarde, es bastante simpática y graciosa... También descubrieron que es sensible, ya que la vieron emocionada en la escena de Tengo Ganas de ti. Es un personaje. No logran comprender como una chica con un pelo negro tan largo, esa mirada marina, y ese aspecto puede pasarle por alto a tanta gente.
-Se fue al poco rato de que entraramos a la discoteca.-Lucía responde sin dudar. Ella fue la que decidió incluir a Carlota en sus planes, y la verdad, ha estado bastante bien.
-Es... una chica, curiosa digamos.-Carlos aumenta su ritmo, y las chicas se quitan los tacones para seguirle.
-No me la esperaba así para nada. En realidad, creía que era más un bicho raro.-Manuel habla, sonriente.
-¿Raro? ¿En serio? Es cierto que andaba siempre sola, pero ¡por favor! ¡Es todo un pivón! ¡Que no se me ha pasado como la mirabas esta noche!-María sufre las causas del alcohol: sinceridad. Los colores de Manuel suben a una velocidad increíble, no dice nada más.
Esa madrugada, su conversación discurre sobre Carlota, deciden volver a quedar con ella. Hablan de como es ella, como piensan que será. La verdad es que es todo un enigma, no saben nada de su vida.
Dentro de poco no tardaran en descubrirlo.

El destino tiene varias jugadas preparadas. ¿Quién dice que los recuerdos siempre permanecen encerrados? ¿Quién dice que no vuelves a ver a la chica de tus sueños? ¿O quién dice que no vuelves a ver a tu ex-novio? Si el destino cree conveniente que dos personas o más, se tienen que encontrar, sin dudar un segundo: Actúa. Y al siguiente segundo tienes a esas personas unidas, como un solo corazón latiendo. 


martes, 24 de julio de 2012

Capítulo 12

Antes de que Carlota pueda responder a el chico de la comisaria, este cuelga y la deja con los pitidos, señal de que la llamada ha llegado a su fin. Ella también le da a la tecla roja y deja su móvil sobre la pequeña mesilla que tiene al lado. Se levanta de la cama, no le apetece retozar entre las sábanas hasta que le venza el sueño. Mira por el enorme ventanal y se sorprende al ver que no está lloviendo. Opta por salir a la terraza. Abre la puerta de su cuarto y camina por un pasillo hasta llegar a unas puertas de cristal, les da un leve empujón y se abren. Contempla que todo está oscuro, solo se ve a lo lejos algún coche, farolas encendidas, y alguna ventana con luz. Se sienta en un sillón de mimbre y empieza a pensar. Siempre ha dicho que pensar es algo horrible, porque siempre acabas en el mismo sitio: tus recuerdos. Y esta ocasión no se salva. Va directa a donde tiene que ir: París.
Las callejuelas de la capital de Francia, son preciosas. Parecen todas sacadas de una película antigua, solo faltan los carruajes de caballos, vestidos llenos de volantes, señores caminando elegantemente con sus bigotes...Una Carlota de unos 15 años contemplaba todo esto desde su ventana. Su último día en ese lugar, mañana a primera hora volverían a España. Ahoga un suspiro al ver la Torre Eiffel a lo lejos. Tontea con su móvil en sus manos, intenta saber que hacer. Si llamar, o no llamar. Se levanta de la repisa de la ventana y coge su gabardina. Ni una ni la otra. Coge unos guantes blancos y se coloca una boina del mismo color. Abre la puerta de su casa y sale a la calle. Un golpe de aire frío golpea su pelo y lo descoloca levemente. Se enfunda en su gabardina hasta que solo se le puedan ver los ojos azules y camina por las calles de París. Contempla cada pequeño detalle por pequeño que parezca, porque sabe que esta es una de las últimas veces que los ve, y eso la llena de melancolía. Lleva desde los ocho años sintiendo esa sensación, y cada vez le duele un poco más. Está deseando de que por fin se instalen en algún lugar, donde no tenga que aprender ni un nuevo idioma, ni tenga que hacer nuevas amistades que sabe que no llegarán a durar 3 años. Traga saliva con fuerza y siente un nudo en la garganta. Lo reprime mirando al cielo que se va nublando. A los minutos llega a un portal de barrotes blancos. Lo mira. Cuantas veces habrá estado allí, compartiendo risas, confidencias, consuelos, fotos, sonrisas...Suspira. 'Creo que hoy va a ser la última cara triste que pase aquí.' Toca el timbre que tiene a su derecha y espera la respuesta.
-Oui?-La voz femenina que lleva oyendo desde hace 2 años, contesta.
-Charlotte.
-¡Ahora bajo!-Habla con su acento francés, pero pasando tanto tiempo con Carlota, sabe hablar español a la perfección. En el minuto que tarda Helena en bajar, Carlota está sentada en un banco en frente de su portal. Cuando ve aparecer a una deslumbrante rubia de ojos verdosos se levanta y se acerca a ella conteniendo las lágrimas. La abraza mucho más tiempo de los normal, y para cuando se han separado Helena aprecia que los ojos de su mejor amiga están rojos y no duda en apretarla contra ella hasta que se tranquilice y puedan hablar con tranquilidad. Aunque ya sospecha de que se trata. Helena no va a llorar, no se lo permite a sí misma. Se quedan unos segundos más, así, abrazadas, mientras algunos copitos de nieve empiezan a caer sobre todo París. Entonces las dos se separan sin hablar, aunque Helana no para de tocar a Carlota, hasta que se sientan en el banco y entonces, lo que menos le gusta a Carlota comienza: Las despedidas.
-Yo...No sé por donde empezar.-Mira a su mejor amiga, esta a su vez la mira con una mirada de ternura extrema, dándole así el tiempo que necesite.
-Nos vamos. Mi padre y yo nos tenemos que ir a California. Y...-Traga saliva, realmente básicamente es eso lo que le tenía que decir.-No creo que soporte estar sin...Nuestras locuras, y... nuestras risas y... creo que no voy a poder seguir sin recordarte.-A Carlota se le apaga la voz. Lo dice completamente en serio. Ella es la única persona del universo que la conoce, la comprende, la ayuda, la hace reír,  y sabe como hacerlo. La quiere mucho.
Helena se toma su tiempo para asimilar las palabras de su compañera de el día a día. Se lo esperaba, pero no puede evitar que le duela, lo único que puede hacer es abrazarla. Y eso es lo que hace, la abraza todo lo fuerte que puede, pensando que de alguna forma, se paralice el tiempo y se queden así, para alguna eternidad que otra. Se oyen sollozos por parte de las dos chicas, que se saben que ese va a ser uno de sus últimos encuentros.
-No quiero que te vayas, Lota...No quiero...-Sorbe por la nariz.
La chica de pelo negro, no responde. Está rota, le duele. Le duelen todas las despedidas, pero sin duda, esta es la que más le está doliendo. Abre los ojos, y contempla por encima del hombro de su mejor amiga que nieva, nieva mucho. Lo mismo hace Helena, pero reacciona y ante la mirada atenta de Carlota, sube a su casa. La chica de ojos azules se queda confundida mirando el portal, aún con lágrimas resbalando por sus mejillas. Poco después aparece con una Canon entre sus manos y un cordel al rededor de su cuello.
-¿Una... última foto?-Helena dice esto sonriendo, pero sus ojos demuestran lo contrario.
Coloca la cámara en el banco y pone el temporizador. Unos 10 segundos y la cámara ha captado el momento en el que las mejores amigas se abrazan de pie, con sus cabezas hundidas en el cuello de la otra, mientras los copos de nieve se precipitan hasta el suelo. Pero hay otra foto después de aquella. Esta es de cerca, aparecen sus ojos azules y verdes, sus labios sonrientes, sus ojos rojos, con alguna lágrima, el pelo negro de Carlota con su boina blanca, el pelo rubio de Helena, su maquillaje levemente corrido... Y esa la última foto que se echan juntas. Al día siguiente Helena aparece en el aeropuerto para despedirse de su mejor amiga. Lloran, y se abrazan, no quieren separarse. Carlota se quita su boina blanca y se la entrega a Helena.
-No me olvides, pequeña.-Y le da un último abrazo antes de embarcar. Ese sí es el último abrazo.

De vuelta al presente, Carlota está llorando recordando ese mismo instante. Pero no fue así, unos meses después de llegar a California, perdieron el contacto. No sabe el motivo, simplemente dejaron de llamarse, dejaron de llegar cartas, dejaron de hablar por Skype... Los momentos quedaron en recuerdos, y los recuerdos los encerró para siempre en su mente. Pero no muy bien, por que de vez en cuando los recuerdos se abren paso por las rejillas y... bueno se desatan en lágrimas.
Se queda allí, dormida, cansada de tanto pensar, cansada de los recuerdos, cansada de gente desconocida, cansada de tener que fingir que no le importa que su madre se vaya a la otra punta del mundo, cansada de que su padre no confíe en ella. Y así, enfadada con todos, se duerme. Pero lo que no sabe la chica de ojos azules, es que pronto todo se tornará distinto, el destino se ocupará de eso.

sábado, 21 de julio de 2012

Capítulo 11

Rosalina sopla el humo de su cigarrillo por su boca. La lluvia parece jugar a mojar su pelo pelirrojo. Está ahí, sola a las 3 de la madrugada, esperando a que su novio salga de aquel callejón tan siniestro. Su mente se transporta a su segunda cita, todo era maravilloso, romántico, realmente era así, porque él, la trataba así. Pero poco después entro en esa banda tan... Contraria a lo que él era. Recuerda que entró en esa banda porque ese tal Jake, le sedujo con los encantos del dinero, de la fama, de las chicas... Rosalina traga saliva ante ese último requisito. Más de una vez le ha visto sobando a otra chica que no era ella, más de una vez le ha pillado en la cama, borracho, con otra que no era ella. Rosalina ahoga un sollozo en la lluvia. Tira el cigarrillo al suelo mojado y le da un pisotón con su bota negra. Mira hacía arriba en intento de controlar las lágrimas que no tardaran en salir si no se controla. Las gotas de lluvia la obligan a cerrar los ojos pero no tarda en abrirlos de nuevo. 'Sergio me quiere'. 'Sergio me quiere' Lo piensa una y otra vez hasta que un chico sale del callejón con un botellín de cerveza en la mano, tambaleándose. La lluvia le impide a Rosalina reconocerlo, pero esos ojos avellana la hacen reaccionar. Corre a su ayuda ya que se acaba de caer en un charco y en vez de levantarse se queda allí, riéndose. ''Borracho''.
-Joder Sergio. Estás muy pedo, ¿verdad?-Rosalina le coge por debajo del brazo y hace que la rodee el cuello. Él está tan borracho que no impone resistencia alguna. Con un gran esfuerzo la chica pelirroja logra levantar a su novio del charco. Su ropa está mojada, como su pelo, y su cara. 'Su preciosa cara'. Rosalina no puede evitar que sus pensamientos giren en torno a él, es inevitable. Tampoco puede evitar que le duela cuando él rechaza cada uno de los besos, no puede evitar que se le rompa el corazón cuando ella va a abrazarle y él se aparte. Pero le quiere, y está dispuesta a aguantar cualquier clase de torturas para que Sergio se de cuenta de que daría su vida por él. El chico camina a duras penas, se tambalea a cada paso que da y la chica le ofrece su mayor punto de estabilidad para que no se caiga. El camino transcurre en silencio, solo se oye la lluvia caer, algún coche que hace salpicar los charcos creados en la carretera, y los pasos que dan los chicos a las 3 y cuarto de la madrugada. Pocos minutos después están en una casa pequeña, al parecer es de Rosalina. La chica deja a Sergio en una pequeña banqueta al lado de su cama. Le mira entrecerrando los ojos para intentar descifrar su mirada perdida. No obtiene la respuesta que buscaba así que simplemente se sienta en la cama.
-Algún día, no voy a estar aquí en tus noches de borrachera.-Rosalina sonríe y juega con sus medias rotas. A continuación mira a su novio que está apoyando sus codos sobre sus rodillas y bajando la cabeza. Esta sonríe, su chico no es un borracho enfadado, está noche, está mareado y algo confundido.
-Me voy a duchar, ¿no te importa verdad? - El chico se queda inmóvil en la posición en la que está, no mueve ni un solo músculo de su cuerpo.- ¿Lo tomo como un 'dúchate conmigo?- Sergio está realmente confuso no entiende ni que hace en esa casa, ni lo que le dice la chica pelirroja. La chica pelirroja...La chica pelirroja... Derrepente todo se torna borroso y cierra los ojos. Sus recuerdos retroceden veloces hasta hace más o menos un año. Ve a la chica pelirroja riéndose con él.
-Eres un bobo.-La chica toca su pelo intentado organizar el revoltijo que acaba de hacer Sergio.
-Y tú pelo parece un nido de pájaros.-Él sonríe al ver a Rosalina desistir y suspirar.
-¿Sí? Vamos a probar como te queda a ti.-Ella se abalanza sobre Sergio y hace miles de intentos por llegar a su pelo. El banco de madera del parque se tambalea y en un momento están tirados en la hierba uno encima del otro. Rosalina encima de su tripa despeinando su pelo rubio y él riendo sin parar. En un momento dado la chica se detiene en sus ojos color avellana. Sergio también la sostiene la mirada contemplando sus ojos verdes intensos, sus labios rojos como su pelo, su cara pálida. Las manos de Sergio se mueven rápidas hasta apartar un pequeño mechón despeinado de su cara, que le impide la visión. Seguidamente ambos sonríen. Rosalina se agacha que sus narices se juntan, el chico coloca sus manos en la melena de la chica y la atrae hacía sí hasta que sus labios se juntan. Nota que sonríe con el beso, motivo para que él lo haga.
Los recuerdos avanzan veloces de nuevo por su mente, millones de chicas en frenesíes de respiraciones alteradas, alguna importante, otra simplemente una desesperada que pilló en una discoteca. Hay una en especial, María. Una chica de ojos azules, realmente de vez en cuando piensa en ella, pero se olvida enseguida. Y es que lo que le hizo esa chica no tiene nombre, le gustan así, por eso de algún modo le acabo gustando Rosalina. Las gotas de lluvia le devuelven a la realidad. A la casa de la pelirroja de ojos verdes.


En casa de Carlota...
-Buenas noches señorita.-Una voz masculina habla al otro lado de la línea.
-Mira, no sé quien serás. Pero son casi las 4 de la madrugada, llevo un mal día de llamadas de completos 'desconocidos', así que si no te importa podrías llamar dentro de 3 o 4 horas.-La chica de pelo negro esta a punto de colgar, pero entonces la voz responde.
-Ey, ey. Soy amigo de Mario, eh... El 'creído'.
-Esa no es una buena excusa para que no te cuelgue ahora mismo.-Carlota se acomoda porque sabe que esto va a ir para largo.
-¿A caso no me vas a colgar de todas formas?-Su voz es extremadamente alegre, eso relaja un poco a Carlota que ríe con la respuesta del chico.
-Sí, tienes razón.-La sonrisa calma al pensar un segundo mejor las cosas.-¿Se puede saber cómo coño tienes mi número?
-Es una larga historia.-Dice el chico del otro lado de la línea, como para restarle importancia, pero ambos saben que la tiene.
-Tengo 3 horas,  adelante.-Se oye un suspiro y empieza a relatar la historia de la pelea de la comisaría, por lo tanto, Carlota ya sabe quién es, puede darle cara. También le cuenta que la pelea no fue por una gilipollez, sino por que el 'creído' no quería que él le quitará el móvil.
-Pero al final, él me llamo antes que tú.
-¿Qué más da? La intención es lo que cuenta.-A Carlota le empieza a caer bien ese chico, tiene bastante desenvoltura.
-De nuevo, tienes razón.-La chica de pelo negro sonríe. Inmediatamente se regaña a sí misma. Ni si quiera ha visto 2 veces a ese chico y están teniendo una conversación como dos colegas, igual que con Mario.
Al otro lado de la línea se oye un crujido, gritos y un portazo. Carlota por un momento tiene miedo, pero la tranquiliza oír la voz de aquel chico de nuevo.
-Oye, eh... ¿Carlota? ¿Te llamabas así, no?
-Sí.
-¿Te puedo llamar Lota?-El chico ahora habla rápido.
-Ehm...Supongo. Pero necesito saber tu nombre, sino, no hay trato.-Se oye una pequeña risita.
-Álex, me llamo Álex. Buenas noches, o... días Lota.

jueves, 5 de julio de 2012

Capítulo 10.

Está en uno de esos momentos incómodos en los que quiere salir de allí pero no puede. Tiene unas inmensas ganas de llorar, pero, ¿cómo va ha hacerlo, si nadie de los otros cuatro lo hace?, ¿es que no les da pena la película? ¿No había otra que no fuera 'Tengo ganas de ti'? Por que claro, está muy contenta ya que quería ir a verla y no sabía con quien, pero es que es la parte donde Pallina y Babi se encuentran y Pallina está medio llorando...  le recuerda un montón a su última mejor amiga, ¿por qué le pasa esto a ella? Necesita llorar pero piensa en otras cosas, como por ejemplo en lo bueno que está Mario Casas, se acaba su sufrimiento pues justo aparece en la pantalla, y dos chicas aficionadas a él silban dos filas delante de donde están ellos, Carlota no puede evitar sonreír, está bueno, pero, ¿es para tanto? Vuelve a aparecer en la pantalla. Sí, sí es para tanto.


La chica agarra a Sergio por la cintura y le muerde la oreja. Enamorada. Realmente enamorada de ese chico. Lo que ella no sabe es que él pasa de ella, como en este momento. Se aparta ligeramente y hace caso a Jake que le mira espectante.
-¿Dónde coño se han metido estos dos, tío? -Le replica Jake a Sergio.
-Yo qué se, hace mucho que no les veo. -Dice Sergio apartándose un poco más de Rosalina.
-Estarán llegando. -Dice Juan temeroso a que le repliquen algo, desde hace unos meses vive con miedo, Mario siempre le ha defendido cuando Jake o Sergio le iban a pegar por hacer algo mal, él y Álex pasaron por eso al principio y no quiere que a Juan le pase igual. Observa la cartera que le ha robado antes a una señora, no quiere aquello pero no le queda otra.
Sergio, Jake, Rosalina y Juan ven como se acercan Mario y Álex a lo lejos, Juan se siente aliviado, Jake y Sergio enfadados y Rosalina triste.

-Son aquellos.
-Sí, está también Juan, no sabía que venía.
-Pues ya ves, ese pequeñín está siempre.
-Pobre...
-Ya, ha sufrido mucho.
-Lo sé.
Mario y Álex se callan hasta llegar junto con los demás.
-Esas horas, joder.
-Lo siento. -Dice Mario temeroso.
-Bueno, menos mal que has traído el coche azul.
-Ya, lo he aparcado allí que había un sitio por que como están las ...
-Me da igual, no hables tanto.
-Lo siento.
-Ya podéis iros todos.
Mario coge a Juan por los hombros y se lo lleva junto con Álex. Y Sergio le dice a Rosalina que se vaya, esta se acerca a Sergio para darle un beso de despedida y él la aparta con la mano.
-Esto va a ser grande, tío. -Escucha Rosalina decir a Sergio ya alejándose.
Mario, Álex y Juan se despiden y se dirigen cada uno a su casa.


Por fin salen del cine, Carlota se siente aliviada, ¡por fin! ¿Qué harán ahora? Lucía opina ir a su casa, por lo que hablan es muy espaciosa y sus padres no están en ella, los demás no se niegan y empiezan a andar. Carlota se siente apartada, hablan de cosas que ella no tiene ni idea y ninguno le hace caso. Por supuesto siente que ha sido un error decirle que sí a Lucía. Le suena el móvil y todos se fijan en ella, se ruboriza y busca dentro del bolso, cuando lo encuentra hace un gesto con la mano y se aleja un poco con el grupo, todos siguen andando pero Carlota un poco más alejada a ellos.
-¿Sí?
-Hija, ¿dónde estás?
Ups, se le había olvidado avisar a sus padres.
-Con unos amigos.
-Ah, vale, no llegues muy tarde a casa.
-Vale, adiós.
Cuelga. Se vuelve a acercar al grupo.
-Ey, Carlota -dice el chico que si no recuerda mal se llamaba Carlos- hemos decidido que después de ir a casa de Lucía, iremos a una discoteca que hay cerca.
-Está bien. -Carlota sonríe. Ahora introducen a Carlota en la conversación preguntándola a qué colegio va y todo eso, todos empiezan a hablar de sus profesores, de los más majos, de los que están locos, de los inútiles... Ríen y Carlota con ellos, se está empezando a adaptar, ¡qué majo es Carlos!


En silencio anda a su casa solo, con las manos en los bolsillos, sabe que en su casa no va a haber nadie ahora, a punto de los dieciséis y no es feliz, nada feliz a tenido una vida dura y pocos lo saben: primero, la separación de sus padres, su padre se quedó con la custodia y su madre se quedó sola, al poco tiempo su madre falleció y Juan sintió un  puñal en su corazón que, a día de hoy, todavía no se ha quitado, siente que no ha podido despedirse de su madre como él hubiera querido, pero con lo cabezota que es su padre tampoco pudo ir ni al entierro ni al funeral, de esto hace ya tres años, más tarde su padre se introdujo en la bebida y justo Juan se metió en la banda, a partir de ahí todo ha ido en decadencia su autoestima cada día peor, su padre cada día se dejaba ver menos hasta el día de hoy, a su padre le ha dado un infarto y está en el hospital ahora se pasa todas las tardes llorando en su habitación, aunque le alivia salir con la banda. Saca las llaves y entra en casa, como él esperaba, no hay nadie. Hoy le apetece ir a ver a su padre al hospital,se dirige a su habitación y coge un chubasquero porque con él tiempo que hace puede llover en cualquier momento.
Llega al hospital y sube a la planta cinco, se dirige a la habitación de su padre cuando se choca con una chica rubia. 'Lo siento', y sigue su camino, en la habitación de su padre hay una chica más o menos de su edad que le ha pasado lo mismo que a su padre, pobre... Abre la puerta y su padre, al verle, quiere correr a darle un abrazo, quiere recuperar el tiempo perdido, quiere pedirle perdón... pero se limita a decirle: 'Hola' porque no se puede mover.


Ha sido un día duro pero Carlota por fin está en casa, su padre está dormido pero su madre está en el salón, con el ordenador encima de sus piernas, escribiendo a una velocidad máxima, y es que tiene que organizar un montón de cosas. ¿Quién iba a decir qué una cadena de peluquerías traería tanto dinero y trabajo?
-Son las dos de la mañana, es hora de que te vayas a la cama, mamá.
-Estoy terminando, ahora me acostaré... -Dice impaciente.
-Está bien, hasta mañana.-Carlota resopla divertida.
-Buenas noches, cielo.-Su madre no parpadea, ni si quiera mira a su hija al despedirse.
Y mientras que Carlota sube a su habitación sigue escuchando las teclas hundirse en el teclado del ordenador de su madre, ese agradable sonido que le gusta tanto oír.
Arriba ya, se quita la ropa y se pone el pijama, le duelen los pies de todo lo que han andado hoy, ella no lo sabía pero en la discoteca todos sus amigos se pasan todo el rato bailando, se ha tenido que ir de allí por que no podía más, sin embargo, sus queridos amigos siguen allí, todos le han dado su móvil y aunque Lucía posiblemente en estos momentos esté bailando. Repasa un momento lo que acaba de pensar. No tiene sentido, no son amigos, solo han salido una noche. Aún así se siente acogida en ese peculiar grupo. Sonríe.
Deseando meterse en la cama aparta los peluches y se mete en ella, piensa en todo lo que ha pasado hoy, repasando cada momento: el incidente con el chico, esa mirada bajo la lluvia, Lucía, los chicos, la película... Se puede decir que ha sido un día movidito para ella. Pronto deja de pensar, se duerme entre sus sábanas, mientras que el teclado de su madre sigue desprendiendo letras y palabras, frases y expresiones. Nadie sabe lo que puede acarrear ese trabajo: noches sin dormir, viajes interminable, no ver a tu hija adolescente...Demasiadas cosas.
Otra vez, como en todo el día, la lluvia cae y golpea suavemente la ventana de la habitación de Carlota.

domingo, 17 de junio de 2012

Capítulo 9

Le ha dicho a las cinco, ¿no? Sí, a las cinco. Bien. Cuando Lucía la llamo, se mostró brusca con ella creyendo que era aquel chico, Mario. Pero cuando oyó aquella voz femenina tan alegre y distinguida se acordó de ella, se acordó de que la llamaría, pero con toda la movida de Mario no pensaba en eso en aquel momento. Después de disculparse con la excusa de que creía que era otra persona, Lucía le aclaro el lugar y la hora. Iban a ir a las 5 al cine para ver alguna película con algunas más de esa Academia. De las pocas conversaciones que ha tenido Carlota con Lucía, solo sabe que a ella le encanta el voley, y por esa época salía con un chico, pero no se acuerda de su nombre. Luego no hablaron mucho más, no se acuerda muy bien por qué. Mira el reloj y ve que son las cuatro. Abre su armario y saca una camiseta blanca, una sudadera que ponerse encima, unos pitillos negros con sus botas marrones ''colway'' y un gorrito blanco que siempre lleva, aunque ese lo deja encima de la cama para ponérselo luego. Su sudadera le encanta, es azul, y aparecen dos enormes ojos. El monstruo de las galletas. Sonríe al mirarse al espejo. Ahora sí tiene tiempo de arreglarse y no parecer una vagabunda por la calle. Aparece en su cuarto de baño al segundo, se aplica un poco de corrector en las ojeras, nada más. No le gusta ir como esas chicas que parece que se han puesto ''Nutella'' por toda su cara. Es una de las pocas de este sexo que se siente guapa sin maquillaje encima. Sabe que es por la sociedad, pero aún así se siente segura. Se hace una trenza de raíz que prácticamente le cuelga por la espalda, a causa de que su pelo negro, es extremadamente largo. Ahora se mira al espejo, se lava los dientes rápidamente y se vuelve a mirar en el espejo nerviosa. ¿Y sí no les cae bien? ¿Y sí se ríen de ella? ¿Y sí no le meten en la conversación? Hay bastantes miedos que se acumulan dentro de ella, y lo único que hacen es que Carlota sufre ansiedad. Se obliga a cerrar los ojos y a centrarse en su respiración, como le enseño su psicólogo. Carlota fue obligada por su padre a ir al psicólogo a causa de los cambios constantes de casa, instituto, amigos... Cambio de vida en general. Y no le sirvió de nada, sigue teniendo ese vacío, pero le enseño algunos trucos para relajarse, y nunca vienen mal. Una vez calmada mira la hora, son las cuatro y media. Coge una pequeña bandolera marrón, la rellena con su móvil, un pequeño paraguas, auriculares, llaves, cartera... Parece que lo tiene todo. Chasquea la lengua, casi se olvida de su iPod. Lo coge rápidamente de una estantería y conecta los auriculares. Sube el volumen al escuchar a Simple Plan y a Sean Paul y antes de salir se acerca a su cama y alcanza el gorrito blanco. Baja las escaleras veloz consciente de que puede que llegue tarde. Sale por la puerta de su casa lo más rápido que puede y comienza a andar hacía el cine en el que habían quedado. Se para en seco. Coge aire; sigue andando. Los nervios se han apoderado de ella un segundo, pero no se va a echar una vez más atrás.


En casa de Mario...
Todos los momentos que ha pasado recorren su mente fugaces, quizás demasiado. Realmente sus recuerdos se basan en su habitación, alguna imagen de sus padres, la banda, Álex y esa Carlota. Hay un problema, no sabe nada de esa chica, ni quién es, ni de dónde viene... Solo sabe que su padre es policía y poco más. Por un momento tiene la necesidad de llamarla. Pero rápido piensa: ''¿para que esté tan borde como siempre?''. Entonces cambia de opinión y enciende la play, ''Call Of Dutty'', ama ese juego, si algo le identifica es jugar con su ordenador o con cualquier cosa. Se conecta en línea, pocos están jugando ahora pero hace un grupo de cinco y empiezan la partida, se infunde en ella como si tuviera que ganar para poder vivir.


En la puerta del cine...
-¿Cómo has dicho que se llama?- Manuel mueve su pie con impaciencia, no le gusta que la gente llegue tarde.
-Carlota pesado, se llama Carlota.-Lucía se aproxima a María hasta posicionarse a su lado y mirar la hora.
-¿Seguro que le has dicho la hora bien? Porque son y cinco.
-No te estreses, que la película empieza a y cuarto.-Lucía comprende porque dejo a Manuel hace tres meses.
Pronto ven a una chica acercarse, suponen que es ella, pues con este frío no anda mucha gente más por la calle. Carlota llega rápido. Se siente muy intimidada con la mirada atenta de los cuatro chicos.
-Hola. -Saluda simplemente con una sonrisa.
Escruta a la pequeña panda que tiene delante. A Lucía ya la tiene bastante memorizada, ojos marrones, bajita, pelo oscuro. A los demás les suena de haberlos visto por los pasillos, y algún encontronazo por las calles. 
-Encantado, me llamo Carlos.-Este se acerca a Carlota, y le da dos besos. Moreno de ojos... indefinidos, musculoso. Va con una chica de la mano, que también se acerca y le dice su nombre: María.
-Encantada, María.-Carlota se obliga a sonreír ante la mirada del otro chico que espera su saludo también. Se acerca lentamente y le da dos besos.
-Encantado yo me llamo Manuel.
-Bonito nombre, encantada.
-Sí, muy común. -Ríen.
-Se va a hacer tarde. -Suelta Lucía al ver la complicidad que se ha creado de repente entre Manu y Carlota.
-Cierto, hay que entrar, siento haber llegado tarde. -Se lamenta Carlota.
Pronto compran las entradas y entran cuando ya han empezado los anuncios.
-Malditos anuncios. -Suelta Carlos.
Todo el mundo le mira y le manda callar.
'Pero sí solo son anuncios', piensa.
Cuando al fin se sientan, Carlota está al lado de Lucía y de Carlos, derecha e izquierda, respectivamente, a su vez, la chica se sienta al lado de Manu y el chico al lado de María, vamos que Carlota está en todo el medio.


En la calle, exactamente en la plaza de siempre...
Mario se encuentra con Alex y se saludan de lejos, cuando ya están más cerca se dan un apretón de manos.
-¿Qué tal todo? 
-Bastante bien.-Álex sonríe despreocupado, pero ambos saben la situación en la que están.
-Me he encontrado hoy con la tipa de ayer.-Mario pasa de indagar más sobre la cara de su amigo.
-¿Con Rosalina?
-Qué va tío, con la de la comisaría.
-Ah, sí, claro, la tia buena ¿Cómo se llamaba?
-Carlota.-Los dos chicos sonríen al recordarla.
-Te la vas a tirar, lo sé.
-Lo que tú digas.-Mario pasa de nuevo el comentario de su amigo con un gesto de indiferencia.
El chico de ojos azules echa un vistazo a el coche lleno de magulladuras que sigue aparcado en el mismo sitio que esa mañana. Entonces, le hace un gesto a Álex para que se acerce a ese coche. Este obedece confuso. Mario le sigue por detrás y le susurra al oído lo siguiente: ''Necesito ese coche, o si no moriré cuando veamos a la banda''. Lo que más impacta es que lo dice de verdad. Si no trae ese coche, los de su banda podrían hacerle cualquier cosa. Álex comprende el mensaje y saca una pequeña llave maestra de su bolsillo. La introduce con cuidado en la ranura de la llave del escarabajo azul. Presión. Ya está abierta. El chico de pelo oscuro mira cómplice a Mario. Este asiente. Sabe que ahora es su turno. Entra en el coche y se agacha hasta llegar a un cables. Une uno con otro, y obtiene un precioso gruñido que le indica que su coche está en marcha. Álex entra a el asiendo copiloto corriendo y el conductor arranca.
-No entiendo para qué querrá esta bazofia de coche. Podría tener un Ferrari murciélago si lo quisiese.
-Si tú no lo entiendes yo menos. ¿En el callejón? - Se refiere en el sitio que tendrían que quedar. 
Álex asiente.
-¿Te vas a ir Álex?-A Mario le tiembla la voz realizando esta pregunta.
-¿De... La banda?- El otro chico tampoco le sienta muy bien hablar de el tema.-Pues... Mario tío, los necesito para sobrevivir, me dan el pan de cada día, dinero que llevar a casa... Si no, no podría seguir aquí. Pero no quiero está vida, ¿sabes? Yo quería casarme con esa chica de la que te hablé... Yo quería formar una familia, ser feliz.-Cierra los ojos manteniendo sus lágrimas.- Éramos muy jóvenes... Y bueno lo seguimos siendo, pero estábamos enamorados. ¿Sabes de eso que tú corazón va a mil por hora cuando la miras a los ojos? ¿Qué te da igual si cae un meteorito a vuestro lado, que tú siempre vas a abrazarla y decirle que va a ser para siempre? ¿Qué tienes ganas de ella cada dos minutos? Eso sentía yo... Y...-Da un puñetazo contra el guardabarros de coche, estalla en lágrimas y Mario no sabe que hacer en esa situación. Simplemente para el coche, y empieza a hablar tranquilo:
-Y se acabó. Caíste de la nube. El destino jugó y tú perdiste. No puedes hacer nada tío, ella no podía sentir lo que tú sentías. Aún así permites que con él tío con el que te la jugó te mangonee, te dé dinero... Por eso amigo, no puedes echarle la culpa al destino.-Álex mira con lágrimas en los ojos a Mario, que le mira serio. Entonces este último se acerca y le da un abrazo. No se imagina como se puede sentir en ese momento su compañero, el que se siente tan perdido en la banda con él, el que está en esa banda por una venganza que no sabe como ejecutarla, el compañero de robos, juergas... Lo estrecha una vez más y arranca el coche. 
-El destino es fuerte tío, pero demuéstrale que tú le puedes.

sábado, 9 de junio de 2012

Capítulo 8

Mario se tumba en su cama boca arriba y mira al techo. Entonces, recuerda una frase que leyó en twitter hace algunos días: ''¿Cuándo estarás al lado mío, en mi cama, mirando el mismo techo que yo?''. En su mente aparece Carlota, la chica de ojos azules sonriente. Pero él está seguro que harían de todo menos mirar el techo, sonríe ante esta idea. Seguro que ella es virgen, parece la típica chica buena, con una buena casa, padres perfectos.. Resumiendo, una vida perfecta. Y eso, le gusta. Se levanta de su cama intentando no pensar en aquella chica y empieza a recorrer su habitación con los ojos: no es nada del otro mundo, paredes blancas, suelo de madera, algunas estanterías con libros y su cama. Sus padres se ofrecieron a hacerle una renovación de su habitación, pero él la rechazo, no quiere tener ningún bien de sus padres, ni si quiera ser mimado por ellos, ¿para qué? Algún día se morirían y acabarían bajo tierra. Sigue observando su habitación algunos segundos más y toma su decisión: se va a ir de esa casa lo antes posible. Podría irse a vivir con la banda, tendrán cigarrillos, y el dinero robado suficiente para darle de comer. Asiente con su idea, pero antes debe robar ese coche para confirmarles que sigue con ellos. Suena su móvil, seguro que es Jake, así que lo busca, recuerda que dejo sobre su mesita de noche.
-¿Sí? -Su voz suena enérgica, ilusionada, no tan cortante como la última vez que se vieron.
No obtiene respuesta, solo se oye de fondo una voz que no había oído en su vida:
-No te vayas, por favor..-Y luego sollozos. Mario está confuso, se gira hacía todos lados viendo sí hay alguien, una cámara oculta o algo. No hay nada, cuelga el teléfono.
''¿Pero qué coño..?'' Mario solo piensa eso en un segundo, y revisa su móvil para ver el número.Le resulta muy familiar. El chico sonríe.




En ese mismo momento en la casa de Carlota
Mierda, mierda. ¿Para qué se guardará el móvil en el bolsillo del pantalón? Carlota se había asustado mucho al oír una voz procedente desde su culo, cuando estaba viendo la película de Pearl Harbor. Además en su escena favorita, cuando la chica le dice que no se vaya, y empieza a llorar mientras él se aleja. Se levanta nada más escuchar los pitidos que indican que la llamada había terminado, revisa rápidamente su historial de llamadas.
-¡Joder! ¿Justo a él? ¿En serio nalgas? -Carlota se regaña a sí misma por llamar a Mario, se siente frustrada. Se intenta alejar de él, y le llama. Bien Carlota, bien, piensa ella para sus adentros.
''No sé ni para que me movería justo en ese momento''
Carlota se levanta de su sitio y pone en pausa la película. No se puede creer que haya llamado justo a Mario, justo a él, no tiene a otras personas en su lista de contactos. Pensándolo bien, ¡ni lo tiene en su lista de contactos! Habrá dado a la tecla verde dos veces, y justo la primera llamado era de Mario. Es practicamente imposible, pero ha pasado.
Su móvil suena. Que no sea él, que no sea él, que no sea él..
-Hola preciosa.-Es él, es su inconfundible voz prepotente. Y es él chico con él que ha sonreído mojada por lluvia. Tss, no piensa en eso mucho más.
-No te creas que te he llamado yo porque quería, ¿queda claro, creído?
-¿Creído? ¿Yo te llamo preciosa, y tú me llamas creído? Veo que no se te da bien lo de los cumplidos, eh preciosa.-Mario sonríe, en realidad, da la sensación de que no tiene preocupación alguna. Pero tiene demasiadas.
-En cambio, a ti se te da muy bien lo de ser gilipollas.-Carlota sabe jugar a ese juego, y si quiere ir por ahí, por allí irán.
-Y a ti se te da bien eso de decirme que no me vaya.-Mario dice para lo que principio, era esa llamada.
-¿De qué hablas?-A Carlota eso le ha pillado desprevenida, y hace que se siente en su ''puf'''.
-Oh, no te vayas, no me dejes.-Mario habla imitando una voz chillona que parece ser la de ella.
-¿En qué moment...?-Carlota cae en la cuenta, la película. Y a continuación ríe.-No creído, no, esa no era yo. Esa era Kate Beckinsale. ¿Has visto Pearl Harbor?
-Claro.
-¿La protagonista? ¿Escena en el qué el se va a luchar contra Japón? Ella fue quien te dijo que no te fueras.-Carlota sigue riendo, le parece gracioso que haya creído que ella hubiera dicho semejante cosa.
-Yo creía que no querías que me fuera con esa band...-Mario calla, mierda la ha cagado.
-¿Qué banda?-Carlota está sería, ahora de qué habla.
-¿A ti qué te interesa? Además, no me trago esa mierda, de todas formas me tendrías que haber llamado tú.
-Fue mi culo.-Dice la chica seria.-Pura coincidencia que llamará justamente a tu número.-Pero a medida que habla, le parece menos una simple coincidencia.
-Carlota, las coincidencias no existen, el destino maneja los hilos de toda esa mierda.-Mario ha cambiado su forma de hablar, esta serio, brusco, no como suele ser él, con esa actitud prepotente.
-Lo que tu digas.-Se encoje de hombros.-Si no hay nada más que decir, te cuelgo.
-Hasta lueg...-Cuelga ella primero. ''Será..'' Pero sonríe luego, ha escuchado su voz. Y casi la caga, pero no importa, lo ha pasado de largo.
Carlota tira el teléfono, ''será creído, prepotente y gilipollas..'' ''Las coincidencias no existen, bla-bla-bla''
Pero la chica no tiene ni idea que lo dijo Mario, era cierto: El destino maneja los hilos.
Carlota echa un vistazo rápido a su habitación. Música. Sí, eso necesita. Eso hace desde que los pocos recuerdos que tiene la inundan por completo, la música siempre estaba ahí. Su mejor amiga de Francia, ahora mismo estará haciendo selectividad, seguro que ni se acuerda de ella. Eso la rompe. Deja de pensar unos segundos, y cuando vuelve a la realidad ha borrado ese recuerdo de su pasado, por ahora, de su mente.  ''So let me give your heart break..''. Carlota se va relajando. Poco a poco, hasta que de repente su móvil suena. ''Sí es él, juro que me levanto y le busco hasta matarle''.
-¿Se puede saber qué quieres ahora?- La chica suena realmente brusca.
-Ups, lo siento.-Pero la voz que suena no es la que esperaba, es más femenina.