viernes, 25 de mayo de 2012

Capítulo 5

Carlota observa cautelosa al tal Mario. Sabe que algo le preocupa, pero decide no darle muchas vueltas, no le apetece saber mucho más de ese chico. Mira la hora. Son las doce, ya habrá terminado una de sus horas de Francés. Pero no le apetece ir a la siguiente, ni tampoco quedarse con ese chico. Así que decide recoger su móvil que está a su lado. Mira la hora de su reloj de nuevo, y ve que Mario la observa.
-¿En serio tienes que mirarme todo el rato? -Carlota resopla, está cansada de ese chico, quiere irse.
-Lo siento, precios..-Mario se calla ante la mirada cansada de Carlota.-¿Te vas ya?
Mario observa a Carlota que se levanta de la mesa con su Frappuccino en la mano.
-Sí, llego tarde a casa, ya sabes mi padre, el policía.-Carlota ahora sonríe pícara al ver al chico mirarla con expresión asesina. Sabe que le molesta que mencione lo de su arresto, pero por eso mismo lo hace.
 -Si quieres te acompaño.-Mario hace lo posible por seguir al lado de Carlota, quiere ligársela eso está claro.
-No, gracias.-Carlota mete la silla en la mesa, baja por las escaleras y sale por la puerta del Starbucks oyendo los gritos de Mario, llamándola por su nombre, pero los ignora. Esta es la última vez que va a ver a ese chico. Aunque se tire de un puente, Carlota lo tiene totalmente decidido. Anda apresurada por Gran Vía, mira hacía arriba extrañada, al notar que está soleado. Piensa, y nota que no tiene algo. ¡Mierda! Se ha olvidado su paraguas en el Starbucks. No le apetece volver a verle, ni le apetece andar dos manzanas más de las que ya tiene que andar. Resopla. Bueno es solo un paraguas. Se para en seco, y rebusca en su bolso hasta encontrar unas gafas de sol. Abre la caja y las saca con extremada delicadeza, se las coloca de la misma forma. Sigue caminando con paso decidido. Es curioso, primero el móvil, luego el paraguas, es como si el destino quisiera que se encontraran. Pero es demasiado estúpida esa hipótesis, así que la borra inmediatamente de su cabeza. Es solo una coincidencia.
Pero claro, el destino crea coincidencias, y Carlota no tiene ni idea de lo poderoso que es el destino.

En ese mismo momento en un Starbucks..
Se ha ido, y se ha dejado el paraguas. Mario resopla. ¿Qué le ha echo él, para que le ignore de esa forma? Bueno sí, le ''robo'' el móvil, pero ella le golpeo, y le trato como una borde. Mario da vueltas a su frappuccino, para deshacer los hielos. Una camarera pasa de largo, y limpia una mesa cercana. Entonces Mario la mira de reojo, no esta nada mal. La camarera sonríe. Suena un timbre, pero el chico y la camarera están demasiado ocupados para enterarse, hay muchas sonrisas complices, y giños por parte de Mario.
Derrepente se oye una voz:
-Ejem..¿Mario?-La camarera cree que es su novia, y se marcha de improvisto, exactamente como vino.
Mario chasquea la lengua y mira a la chica que le ha interrumpido, pero se le pasa enseguida al ver que es la chica del paraguas.
-¿Mal momento?-Carlota sonríe, sabe que estaban lanzándose miraditas, pero Mario no parece mosqueado.
El chico se encoge de hombros y le tiende el paraguas, Carlota estiende la mano para cogerlo, pero este lo retira en el último momento.
-¿Ahora qué?-Carlota mira impaciente el reloj, no debería haber venido, su padre la va a matar.
-Déjame acompañarte a casa.-Mario está serio por primera vez. La chica de pelo negro le escruta. No lo conoce de nada, y ya le ha robado el móvil, han acabado en el suelo peleándose, se han tomado un café helado juntos, ¡y ni llegan al día desde haberse ''conocido''! Lo que faltaba es que ese extraño supiera donde vivía. Y que su padre la viera con un delincuente al que había detenido esa misma madrugada, tampoco es muy apetecible. Pero ella quiere su paraguas.
Carlota agarra el paraguas y empieza a andar hacía la salida. No, lo tiene muy claro. Cuando abre la puerta sabe que Mario la mira, pero no una mirada cualquiera. Una de esas miradas que transmiten algo así como: ''No te vayas, no me dejes aquí solo, por favor''.Y esa frase es lo que hace que Carlota se pare en seco.

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